Mi casa no empieza por la puerta de entrada como otras, sino que lo hace por mi habitación.
Mi habitación tiene dos camas, una soporta a la otra pero no le importa, es su amiga.
Del techo cuelga un florescente tuerto y la pared, que también cuelga del techo pero toca el suelo con los pies, es adornada por varios retratos mios y dos posters de películas.
Hay una ventana que da a la a un patio interior. Yo pensaba que todas las ventanas de mi casa daban a patios interiores, pero no es así: Una vez estaba en un patio interior y miré a mi ventana y resultó que daba a mi habitación. Jamás lo habría sospechado.
También hay una minicadena que a veces le da por cantar, sobre todo por la mañana, pero no nos importa porque lo hace muy bien y a veces incluso nos cuenta las noticias sin que le preguntemos.
Mi mesa… mi mesa es un desastre, mejor salgo de la habitación para describir otra.
Las otras habitaciones las tendré que describir de memoria porque desde aquí sólo veo un armario que estaba en mi habitación, pero debía tener frio y se fue al pasillo rompiendo una columna. En el pasillo aun sigue con las caras de dos cíclopes sorprendidos mirando hacia el pasillo
La habitación de mis padres tiene dos camas que se querían tanto que se unieron y un espejo por el que siempre que miro se asoma un chico bastante feo. Pero es algo común en esta casa, pasa en todos los espejos.
Algunas puertas perdieron una parte de su cuerpo en una batalla que no me quieren contar y se pusieron un cristal para que no pasase el aire. Debe ser muy desagradable que el aire te atraviese un agujero en el cuerpo. Como también debe ser desagradable que miren a través de ti, el cristal es borroso.
Hay dos servicios, uno está cerca de mi habitación y a veces guiña un ojo y lo deja así mucho tiempo, pero últimamente observa todo con mucha atención.
En las paredes y suelo de este servicio hay atrapadas escenas antiguas, escenas modernas y escenas que no han llegado. Algunas de ellas nunca llegarán: Un dinosaurio desgarrando un trozo de carne, un hombre lanzando una bola con un extraño artefacto, una medusa de esas que no son venenosas, una patera que alguna vez contuvo a un pobre hombre y un mecha como Mazinger Z habitan el suelo.
Las paredes son más interesantes: Cuando las pusieron procuraron no juntar el cuerpo de un dragón que se ve clarísimamente para que no cobrase vida y así pudiésemos enseñárselo a todas nuestras amistades.
También nos pusieron un demonio, un señor sujetándose por un brazo de una cornisa y un hombre comiendo aceitunas.
La habitación de mi hermana está llena de objetos mágicos ya sin pilas. Tenía una cama que tornó en litera y volvió a ser cama, pero se cambió de sitio. También tuvo al primer aparato cantor de la casa, de esos que les metes una galleta y te cantan lo que pone, además le creció un frigorífico y una mesa con ordenador.
La entrada guarda un montón de cajitas llenas de secretos pero vacías de cosas materiales y un cachorrito de jirafa tan presumido que se dio un baño de oro y no se pudo volver a mover.
Dos angelitos guardan aquello que da vida a toda la casa y hay un gran espejo que en vez de mostrar la cocina muestra la misma entrada.
La cocina sigue igual desde que nací a excepción del frigorífico, que pensó que estaría mejor en casa de mi abuela y el lavavajillas, que se cansó de limpiar y tuvimos que despedirlo.
Para un cubierto no puede haber nada mejor que el lavavajillas: Después de una jornada laboral completa y de dormir junto a tantos cubiertos ¿Qué mejor que apoyarte en una pared y notar como te duchan con agua calentita?
Los platos y vasos que había en los armarios fueron suicidándose, especialmente cuando yo les agarraba y también fueron reponiéndose.
Detrás del micro-ondas se esconde la batidora. No debe ser agradable batir cosas con los pies, por eso está tan escondidita siempre.
Unos vasos rojos que antes usábamos para beber fueron encogiendo y ahora casi no cabe agua, así que ya no les usamos.
En mi despensa además de comida hay un tunel del tiempo debajo de la tabla de planchar, de tal manera que todo lo que cae allí desaparece por más que lo busques.
He de confesar que no sabemos si el tunel es espacial, temporal o espacio-temporal, porque ninguno tenemos ni idea de a donde van los objetos que se pierden
En mi salón hay una pequeña casa con unos personajitos que cada vez que les observamos se quedan parados parados, un montón de elefantes y criaturas del mar (lo que demuestra que Valladolid estuvo alguna vez cubierto por el mar). También hay una ventana de 28 pulgadas que da a todas partes, pero en general enfoca a lugares poco interesantes y la solemos acallar.
Había unos peces de colores, pero llegó una sirena de sal, se los comió, se bebió el agua y se quedó ahí a vivir. Por lo menos no come ni hay que limpiarla, pero ya que la damos alojamiento podría cantar.
El cuarto de estar tiene otra ventana como la del salón, más pequeñita, y un pedazito de selva que Eddie, un conejito, se comió dejando que la luz entrase a toda la casa. Supongo que también se comería los leones, porque no hay ninguno. La mesa del cuarto de estar es más tímida que la del salón, que un dia le dio por adelgazar y hacerse transparente enseñandolo todo. Aunque para compensar crece cuando quiere.
El estudio… el estudio es un secreto