Los ciudadanos soviéticos pueden dormir tranquilos
Una sencilla equivocación puso en guerra, durante más de un siglo, a una ciudad británica con una de las naciones más importantes del mundo. La pacífica pero prolongada guerra tuvo como protagonistas a Rusia y a la fronteriza ciudad de Berwick-upon-Twed.
A lo largo de los siglos, Berwick pasó alternativamente a poder de Escocia y de Inglaterra. En 1482, finalmente, la ciudad volvió a formar parte de Inglaterra. Pero a causa de su particular localización geográfico-histórica, la ciudad fue tradicionalmente considerada como una entidad aparte en todos los documentos estatales.
Cuando estalló la guerra de Crimea, Gran Bretaña declaró la guerra a la Rusia zarista, en nombre de la reina Victoria, soberana de Inglaterra, de Irlanda, de Berwick-upon-Tweed y de todos los dominios británicos.
La guerra terminó en 1856, pero debido a un descuido, el tratado de paz de París, firmado ese año, no hizo mención a Berwick.
Por lo tanto, la ciudad permaneció oficialmente en guerra con Rusia durante los 110 años siguientes, hasta que en 1966, un funcionario soviético hizo una visita especial de buena voluntad a Berwick, a fin de declarar la paz.
El alcalde de la ciudad, el consejero Robert Knox, contestó a las palabras del enviado del Kremlin: “Por favor, dígale usted a los ciudadanos soviéticos que por fin pueden dormir tranquilos”.